miércoles, 10 de agosto de 2011

Tomás Campos victorioso en la Final del Certamen de Escuelas Taurinas de la Malagueta


La Malagueta tenía mucho público, estaba casi llena. Los novillos que se lidiaron fueron 6 erales de Julio de la Puerta, todos de hechuras parecidas: pequeños y afeitados a más no poder. De fuerza salían bien; pero, después del tercio de banderillas, se venían abajo, incluso tuvieron caídas y mansearon. El mejor, el segundo, el número 51, de nombre Amapolo. Humilló mucho en la muleta –como en la fotografía siguiente–, no tuvo del todo mucha nobleza y pegaba cabezazos al final de la faena. Le pudo sacar algo más Lama de Góngora, de la Escuela de Sevilla. El peor, ninguno en concreto, todos los demás.
La lidia comenzó con el primero de Tomás Campos, que fue donde comenzó a fraguar su éxito de ayer. Utilizó las dos manos bien e hizo las cosas lentas, siempre con la mano muy baja rozando los vuelos en el suelo continuamente –como en la fotografía de abajo–. Le sacó lo que pudo al eral número 106, que en el tercio de banderillas demostró que iba a ser difícil cortarle las orejas. Tras un par de banderillas, el novillo cayó rendido al suelo, donde se acomodó unos segundos.
El cuarto toro, jabonero, que fue, de nuevo, para el joven de la Escuela de Badajoz, estuvo igual que sus hermanos; pero el final de la faena fue más vistosa de cara al público, ligó más y llevó la muleta en la cara del novillo más tiempo. Mata de media estocada y dos orejas. La victoria de Tomás Campos se basó, sobre todo, en que supo usar las dos manos, cosa que sus contrincantes no hicieron bien, y además el pacense hizo sus dos faenas con mucho sentimiento, sintiendo cada muletazo, igual que sintió la victoria, la fotografía de abajo le delata, con una sonrisa de oreja a oreja. La que no podía ocultar su sentimiento era la madre, se encontraba en el tendido 3, que, junto con su hermano y su tío, le hicieron entrega de un ramo de claveles blancos y rojos.

El arrojo y la valentía vino de mano de David Fernández, pero eso sí, de la mano derecha, porque de la izquierda para nada y en momentos muy brusco con ella. El joven de la Escuela de Murcia se basó mucho en el pase de pecho como el de la fotografía y arriesgó bastante, le cogieron en sus dos toros. En el primero con mayor peligrosidad, debido a que pudo clavarse la espada de matar. Durante la última tanda de muletazos decidió clavar el estoque en el albero, cosa que no entienden muchos aficionados, y, al realizar un desplante, el novillo le embistió y revolcó donde estaba la espada con la posibilidad de hacerse daño con ella.

Miguel Olucha

Twitter: @Miguelolucha

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